Al príncipe gris lo vestí de azul,
le atribuí más encantos de los que tenía,
me enamoré perdidamente de él
y le puse un pseudoaltar.
Cuando desperté me di cuenta
que del príncipe azul no quedaba nada,
se llevó sus manías, sus besos y su colchón.
le atribuí más encantos de los que tenía,
me enamoré perdidamente de él
y le puse un pseudoaltar.
Cuando desperté me di cuenta
que del príncipe azul no quedaba nada,
se llevó sus manías, sus besos y su colchón.
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